Estas son tres opciones para la elaboración de un diorama sobre una manifestación cultural de tu región para el curso de Arte y Cultura de 3ro, 4to, y 5to de secundaria del programa Aprendo en Casa del MINEDU, 2021.
¿CÓMO HACER UN DIORAMA? (Da clic)
El nombre del pueblo Jaqaru proviene de dos vocablos, jaqi que significa ‘ser humano’ y aru que significa ‘comunicación humana’, en la lengua Jaqaru. Junto con el pueblo aimara, el pueblo Jaqaru tiene como lengua originaria un idioma perteneciente a la familia lingüística Aru. Entre las principales características que distinguen a los Jaqaru, se encuentra el uso de una indumentaria típica entre las mujeres, conformada por un pañuelo, un anako o vestido de una sola tela y una manta.
Antiguamente, los Jaqaru se asentaron en una quebrada que llamaron Marka y que luego sería denominada por los españoles Tupi o Tupe. Hoy, este pueblo vive principalmente en las comunidades campesinas de Aiza y Tupe, ubicadas en el distrito de Tupe, y en las comunidades campesinas de Catahuasi y Cachuy, ubicadas en el distrito de Catahuasi. Si bien estas comunidades se encuentran registradas en la provincia limeña de Yauyos, comprenden también parte del territorio de los departamentos de Junín y Huancavelica. Según los resultados de los censos nacional 2017, por sus costumbres y sus antepasados han sido 673 personas que se han autoidentificado como parte del pueblo Jaqaru a nivel nacional; y por el idioma o lengua materna con el que aprendió a hablar en su niñez han sido 448 personas que han manifestado que hablan la lengua Jaqaru que corresponde al 0,01% del total de lenguas originarias a nivel nacional. Además, los datos obtenidos por el Ministerio de Cultura, la población de las comunidades del pueblo Jaqaru se estima en 533 personas.
El retablo tiene sus inicios en los antiguos cajones de madera llamados "Cajas de San Marcos" que contenían figuras de santos y que eran utilizados por los sacerdotes españoles en su proceso de evangelización de los pueblos andinos. Asimismo, también se usaban para cuidar las viviendas y a los viajeros que las llevaban consigo.
Con el tiempo, este mundo mágico-religioso dio paso a la reproducción de escenas de la vida cotidiana. Tal es así que, en la década de los años 40 del siglo pasado, artesanos ayacuchanos iniciaron una transformación artística en la elaboración de retablos incluyendo nuevas temáticas como las fiestas patronales, danzas tradicionales, peleas de gallos, corridas de toro, eventos patrióticos, entre otras, que, poco a poco, adquirieron mayor protagonismo. Estas nuevas formas de manifestación se caracterizaron más por su valor estético que por su carácter ritual.
Uno de los mayores impulsores de esta corriente fue el artista ayacuchano Joaquín López Antay (1897-1981), quien desde muy joven asumió el desafío de confeccionar nuevas piezas, lo que terminó resultando en verdaderas obras de arte. A partir de su trabajo, las escenas costumbristas formaron parte del eje temático de los cajones y, de esta manera, los originales diseños se convirtieron en un sello de identidad nacional.
Antes de que hubiera pisco, existía el vino y este se empezó a preparar gracias a la llegada de los españoles que trajeron la uva al país sudamericano. Es en 1528 cuando, por primera vez, se hace mención al vino. Esto ocurre durante el segundo viaje de Francisco Pizarro, quien recibe la visita de un “señor de porte verdaderamente aristocrático”, al cual el conquistador obsequió vino preparado en estas tierras, “bebida que mostró agradarle”.
Era tan bueno el vino que se producía en Perú que se empezó a exportar a tierras ibéricas y los residentes en España no tomaron tan bien la noticia, motivo por el cual Felipe II gestionó una restricción de salida de esta bebida, la cual es aceptada en 1613. Ante esto, los productores costeros se las ingeniaron e intensificaron la producción de pisco.
Un grupo de ingenieros, agrónomos y geólogos realizaron una investigación en la que demostraron que solo en Perú se puede producir pisco. ¿En qué basaron esta confirmación? Pues, solo en este país sudamericano se cuenta con rocas, sedimentos, relieve y suelo perfectos para el nacimiento de este destilado.
Bajo el nombre de Geología del pisco, esta investigación agregó que los suelos del valle de Ica cuentan con vocación para el cultivo de la vid. Esto, gracias, entre otras cosas, a su microclima, ausencia de lluvias, y una gran amplitud térmica, favorecida por los vientos nocturnos que descienden de las montañas y que, además, “no existe en ninguna otra parte del planeta”.
En 1988, el Instituto Nacional de Cultura (hoy Ministerio de Cultura) reconoció al pisco como Patrimonio Cultural de la Nación tras realizar un estudio sobre las raíces peruanas de este destilado que se remontan al siglo XVI.
0 Comentarios