Si no puedes concentrarte leyendo solo o sola, leamos juntos.
FICHAS DE APRENDIZAJE DE COMUNICACIÓN 1ro secundaria | Ficha 2 - Las relaciones familiares
Texto 1: Los sueños del sapo
Tomado de Villafañe (2004).
Audio de Los sueños del sapo | Leemos juntos
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Las relaciones familiares
Con la entrada en la adolescencia, la comunicación fluida de madres y padres con sus hijas e hijos puede verse afectada negativamente. En esta etapa de su vida, las y los adolescentes suelen entrar en conflicto con las personas adultas, ya que pasan por cambios físicos y psicológicos, y comienzan a tener necesidades e intereses nuevos en camino hacia el desarrollo de su propia personalidad.
De esta manera, no es raro que las y los adolescentes empiecen a tomar riesgos y experimentar cosas nuevas. Por otro lado, esperan pasar de un mundo centrado en su familia a un mundo centrado en la comunidad (sobre todo, con su grupo de pares), buscando su identidad y autonomía. Es probable que escojan amistades que no les agraden a sus madres ni padres y que hasta prueben alcohol u otras drogas. También usarán ropa de moda propia de su generación y comenzarán a comparar el estilo de vida de su familia con el de otras familias.
Muchas veces, llegan a tener desencuentros con sus padres u otros miembros de su familia y se generan conflictos en el hogar. Para reflexionar sobre esta problemática, queremos plantearte dos preguntas:
¿Quién soy?
¿Qué pueden hacer las y los adolescentes para superar situaciones conflictivas con sus madres y padres o tutoras y tutores?
Para dar respuesta a las preguntas, leerás cuatro textos. A partir de su lectura, podrás reflexionar sobre tu propia esencia; además, escribirás una carta a una persona que no ves hace mucho, a quien le compartirás cómo eres y cómo te sientes. También elaborarás propuestas de solución que compartirás en un conversatorio con tus compañeras y compañeros de aula.
Texto 1: Los sueños del sapo
Una tarde, un sapo dijo:
—Esta noche voy a soñar que soy árbol.
Y dando saltos, llegó a la puerta de su cueva. Era feliz; iba a ser árbol esa noche. Todavía andaba el Sol girando en la rueda del molino. Estuvo un largo rato mirando al cielo. Después bajó a la cueva; cerró los ojos y se quedó dormido.
Esa noche, el sapo soñó que era árbol.
A la mañana siguiente, contó su sueño. Más de cien sapos lo escuchaban.
—Anoche fui árbol —dijo—, un álamo. Tenía nidos. Tenía raíces hondas y muchos brazos como alas; pero no podía volar. Era un tronco delgado y alto que subía. Creí que caminaba, pero era el otoño llevándome las hojas. Creí que lloraba, pero era la lluvia. Siempre estaba en el mismo sitio, subiendo, con las raíces sedientas y profundas. No me gustó ser árbol.
El sapo se fue; llegó a la puerta y se quedó descansando debajo de una hoja de acelga. Esa tarde, el sapo dijo:
—Esta noche voy a soñar que soy río.
Al día siguiente, contó su sueño. Más de doscientos sapos formaron rueda para oírlo.
—Fui río anoche —dijo—. A ambos lados, lejos, tenía las riberas. No podía escucharme. Iba llevando barcos. Los llevaba y los traía. Eran siempre los mismos pañuelos en el puerto. La misma prisa por partir, la misma prisa por llegar. Fue una lástima. No vi una sola sirena; siempre vi peces, nada más que peces. No me gustó ser río.
Y el sapo se fue. Volvió a la huerta y descansó entre cuatro palitos que señalaban los límites del perejil. Esa tarde, el sapo dijo:
—Esta noche voy a soñar que soy caballo.
Y al día siguiente, contó su sueño. Más de trescientos sapos lo escucharon. Algunos vinieron desde muy lejos para oírlo.
—Fui caballo anoche —dijo—. Un hermoso caballo. Tenía riendas. Iba llevando un hombre que huía. Iba por un camino largo. Crucé un puente, un pantano, toda la pampa bajo el látigo. Oía latir el corazón del hombre que me castigaba. Bebí en un arroyo. Vi mis ojos de caballo en el agua. Me ataron a un poste. Después vi una estrella grande en el cielo, después el Sol, después un pájaro que se posó sobre mi lomo. No me gustó ser caballo.
Otra noche, soñó que era viento. Y al día siguiente, dijo:
—No me gustó ser viento.
Soñó que era luciérnaga, y dijo al día siguiente:
—No me gustó ser luciérnaga.
Después soñó que era nube y dijo:
—No me gustó ser nube.
Una mañana, los sapos lo vieron muy feliz a la orilla del agua.—¿Por qué estás tan contento? —le preguntaron.
Y el sapo respondió:
—Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñé que era sapo.
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