LEEMOS JUNTOS | "Décimas al panalivio" | 1ro y 2do de SECUNDARIA


LEEMOS JUNTOS
Experiencia de lectura 1:
Somos distintos, somos iguales


Reflexiono sobre una situación

La diversidad y la unidad no se enfrentan, se complementan. En el Perú somos distintos y, a la vez, iguales. Contamos con muchas particularidades que nos diferencian y, al mismo tiempo, tenemos características similares. Celebramos nuestra diversidad de comidas, de idiomas, de música, geografías y culturas. Pero, a veces, nos cuesta identificar qué tenemos en común. En esta experiencia de lectura, te invitamos a reflexionar acerca de lo que te hace diferente o único y lo que te hace semejante con otras peruanas u otros peruanos como tú.

En ese sentido, te invitamos a preguntarte: ¿qué aspectos o características te distinguen o
tienes en común con otras peruanas y otros peruanos?

Para dar respuesta a esta pregunta, te invitamos a escribir una breve historia de amistad entre dos personas, una de tu región y otra de una región distinta del Perú (la que tú escojas). Puedes resaltar las características culturales que son distintas entre ellas o, si deseas, los aspectos culturales que tienen en común. ¡Empecemos! 

Texto 2

“Décimas al panalivio”, de Octavio Santa Cruz. Fuente: “Selección poética y narrativa” (pp. 22-25), de Lima lee https://www.descubrelima.pe/wp-content/uploads/2021/02/Octavio-Santa-Cruz-Seleccion-poetica-y-narrativa-1.pdf


Décimas al panalivio

(En un supuesto contexto colonial)

El panalivio fue un canto
donde el negro denunciaba

las penas que le aquejaban,

miserias, angustias, llanto.

Para colmo de quebranto

su texto fue prohibido

lo llamaron subversivo

y su danza cadenciosa

por pecar de licenciosa

también quedó en el olvido.

Desde que llegué a esta tierra
recibí un trato brutal:

al castigo corporal

en las minas de la Sierra

se agregó la infame hierra

en los campos de algodón.

La mala alimentación,
el látigo y el tormento

pulieron mi entendimiento.

Y así me hice cimarrón.

Me llamo Lorenzo Mombo
—Yolofo de nacimiento—

líder del levantamiento

toda mi gente es del Congo.

A este vil trato me opongo

merecemos mejor suerte.

Yo no le temo a la muerte

ni a la tina de jabón.

Y sé que esta humillación

Solo la impone el más fuerte.

A los hijos que parí
les di como obligación

buscar su liberación

por lo mucho que sufrí.

Les enseñé qué aprendí:

¡jamás a confiar del rico !

A usté’ que es patrón le explico.

Me ha de recordar —supongo—
Yo señor, soy Rosa Congo.

Y a usté’ lo crié de chico.

De los negros de esta hacienda
«Julián grande» es el mejor.

No lo doblega el rigor,

jamás perdió una contienda.

Su nombre es una leyenda.

Desde hoy vive fugitivo:

es salteador de caminos,

en el norte, bandolero.

Prefiere arriesgar el cuero

que vivir siendo cautivo.

De este colonial maltrato
queda muy poca memoria,

hoy se alimenta la historia

de un pintoresco recato.

Hoy el blanco timorato
aplaude al negro en la peña

atrás cual luctuosa enseña

se quedó el pasado ingrato

y de los cruentos relatos 
de injusticia tan acerba

de protestas sin reservas
llamando a la insurrección

apenas queda este son

parecido a la habanera:

«
... a la molina no voy más / porque echan azote sin cesar...».



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